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Durante este año, el mantenimiento de instalaciones renovables ha estado marcado por dos factores, en cierta medida contrapuestos, y que van a condicionar los servicios futuros: el crecimiento constante del mercado y la falta de personal cualificado, pero también recién egresado de los centros de FP.


ALBERTO CEÑA, SECRETARIO GENERAL DE AEMER

 

Han existido otros factores comple­ mentarios, también importantes y que se analizan en este artículo:

la concentración de empresas de manteni­miento, sobre todo eólicas, las propuestas de contratos de largo plazo de los OEMs, también eólicos, la creciente importancia de los seguros, la introducción de nuevos KPls y la consolidación de los servicios de digitali­zación para el diagnóstico y mantenimiento de las plantas.
Por lo que respecta al mercado, hasta no­viembre del 2024 la potencia fotovoltaica (sin incluir autoconsumo) se ha incrementado en 4.208 MW, lo que supone entre 70 y 85 nue­vas plantas a mantener, sin que de momento se haya observado una ralentización de los proyectos por el efecto autófago de esta tec­nología y todo ello para alcanzar una potencia total de 29.757 MW. La eólica ha instalado 814 MW hasta alcanzar los 31.600 MW, gracias a unos 30 proyectos a añadir a los más de 1.000 parques existentes en la actualidad. Es decir, la buena noticia es que el mercado y las opor­tunidades siguen en expansión.
La no tan buena noticia, es que no tenemos gente para cumplir con el nivel de calidad exigible para instalaciones funcionando en condiciones operativas y, en muchos casos por antigüedad, muy exigentes. La primera razón de esta falta de personal deriva de la insuficiente formación que imparten los centros de FP, fundamentalmente en eólica dada su complejidad, situación que en cierta medida el Ministerio de Educación quiere resolver con la publicación de la Ley Orgánica 3/2022 que impulsa la formación dual conjuntamente en­tre los Institutos de FP y las empresas.
Sin embargo, el problema es encontrar em­presas que permitan el acceso a sus instala­ciones para realizar prácticas con contenido, de nuevo más difícil en eólica. Las dificulta­des para implantar el standard privado GWO en centros públicos es un problema añadido que dificulta no solo las prácticas, sino tam­bién el acceso de los alumnos egresados al mercado laboral. Para empeorar la situación, la encuesta que lanzó AEMER hace unos me­ses mostraba una falta de motivación de los alumnos para emplearse en sectores con ciertas exigencias de dedicación mayores que los ampliamente publicitados, y enga­ñosos, trabajos digitales. Curiosamente, se observa a los alumnos extranjeros un ma­yor empeño por aprender al ver una clara oportunidad profesional e incluso reforzar su posible retorno a los países de origen con un importante bagaje técnico que puedan aplicar en otras latitudes.
Con todo, el principal problema de esta falta de personal, sería la no adecuación de los sa­larios frente a otras oportunidades laborales menos demandantes. Aquí nos enfrentamos a un tema que en gran medida estuvo en el origen de la creación de AEMER: la impe­riosa necesidad de reforzar la calidad de los servicios frente al precio, lo que nos llevó a la creación del Sello de Calidad para identi­ficar la ventaja comparativa de las empresas de servicios. Por desgracia, la bajada de los precios del mercado eléctrico, no tan pronun­ciada como algunos anunciaban a partir de la famosa curva de pato de otros mercados, sigue dando preponderancia a los precios en la contratación de estos servicios, lo que finalmente redunda en la remuneración a los trabajadores.
De acuerdo con nuestros socios, en muchos casos las prestaciones adicionales son más valoradas que los salarios, de forma similar a lo que ocurre con otros sectores de la eco­nomía. Por ejemplo, un tema importante es la subrogación de los trabajadores en caso de cambio de empresa de mantenimiento, que garantice la estabilidad del trabajo y evite la deslocalización de trabajadores de los pue­blos con plantas a su alrededor, en muchos casos de la España despoblada. Y desde lue­go, siempre la Seguridad de las personas por encima de todo.
Todo ello deriva del hecho de que el OPEX es el único componente variable que le que­da al gestor de la planta para cumplir con los objetivos de flujo de caja y de rentabilidad ini­cialmente previstos del proyecto, por lo tanto, la propensión es apretar en el coste del man­tenimiento, dado que, además, en muchos casos el proyecto se pagó caro y además con una sobre-estimación de las producciones o con una insuficiente tipificación de las carac­terísticas orográficas del terreno.
Esta situación tiene un efecto colateral positi­vo pues está impulsando los servicios digitales, basados en el machine leaming e incipiente­mente en la IA, que después de algunos fraca­sos iniciales en el sector eólico, se están con­solidando al ofertar servicios multi-tecnología en la renovables e incluso en otros sectores económicos. En paralelo, se está reforzando la introducción de herramientas digitales en la gestión de la información, y aunque en mu­chos casos, se mantienen las hojas de cálculo, progresivamente se van abandonando para favorecer la comunicación y descarga auto­matizada de datos con el centro de control, así como la interacción con el ERP del cliente, ha­bida cuenta además que se ha limitado la pre­sencia de personal en las plantas. En paralelo, también están creciendo los nuevos métodos de inspección tanto con drones como robots, para completar el propio mantenimiento pre­ventivo y adelantarse al fallo.

La bajada de los precios del mercado eléctrico sigue dando preponderancia a los precios en la contratación de los servicios, lo que redunda en la remuneración a los trabajadores.

La concentración de las empresas de mantenimiento, en principio más eólicas, pero con una vocación multitecnología, es otra de las características actuales del sector. Siempre he dicho que, ante igualdad de oportunida­des, las empresas prefieren invertir en España que, por ejemplo, en Finlandia, por razones obvias, pero resulta un tanto sorprendente, el interés en la adquisición de empresas intensivas en mano de obra y con un EBITDA siempre limitado por el modelo de negocio. En cualquier caso, esta situación se ha dado y en este momento los actores principales en el mantenimiento eólico se pueden contar con los dedos de una mano y en muchos casos con fuertes compromisos con los tecnólogos, lo que apoyaría la mencionada compra, pero puede afectar a las exigencias de respuesta diversificada del mercado.
En este sentido, es importante también mencionar los cambios de tendencia de los OEMs que exigen contratos de largo plazo en las nuevas plantas, limitando además el tradicional «full scope» como una forma de garantizarse unos ingresos recurrentes y la­minar la volatilidad de la venta de máquinas, siempre incierta, y con la constante amenaza de la industria China. En este escenario, las Cías. de Seguros adquieren una posición relevante pues aseguran el daño del aero­generador, lo que supone una parte del lu­cro cesante y la reposición del componente afectado, pudiendo existir un solape con el suministrador de la misma. Evidentemente, su papel es fundamental en la operación de las plantas y en la optimización de los costes, pero va a ser difícil que suplanten al tecnólo­go que en última instancia es el que mejor conoce los equipos de su fabricación.
Conviene hacer mención también a la intro­ducción de KPls y la verificación de su cumpli­miento, teniendo en cuenta que la evolución contractual tiende más a penalizaciones que a bonos por un desempeño eficiente del trabajo. En general, se mantiene la disponibi­lidad horaria como criterio fundamental de seguimiento, aunque con una tendencia por parte de los gestores de activos hacia la dis­ponibilidad energética en función del recurso disponible. Muchas veces existe un nivel de exigencia excesivo sobre la información a su­ministrar por las empresas de mantenimien­to, que va más allá de las posibles relaciones contractuales, lo que supone una situación de riesgo antes de la finalización de los contra­tos, los cuales deberían extender su duración de los dos años actuales a al menos cuatro y deseablemente a seis o siete.
Por último, tengo que mencionar las pe­nalizaciones, pues muchas veces a pesar de cumplir con la disponibilidad de la planta y no haberse producido daños relevantes, se hace responsable a las empresas de mantenimiento de temas colaterales o que no son responsabi­lidad de las mismas. En este caso podría men­cionarse el insuficiente análisis de las causas raíz de los fallos que hacen que algunos equi­pos vuelvan a fallar a pesar de haber sido con­veniente reparados o mantenidos. Otro ejem­plo, es que a las empresas de mantenimiento se les exige cubrir los costes de transporte y montaje de equipos del correctivo, a pesar de estar en muchos casos bajo garantía.
Para terminar, queremos señalar que estos temas, conjuntamente con la presentación de nuevos productos y soluciones innovado­ras, se abordarán en Zaragoza el próximo 4 y 5 de marzo de 2025, en la tercera edición de Expofimer.

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