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ALEJANDRO GUILLÉN OLAGUE
DIRECTOR TÉCNICO AEMER

La crisis climática se encuentra en una coyuntura crítica con un promedio de 1,2° C de calentamiento global por encima de los niveles preindustriales (con picos que superan los 2° C), con fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes y las emisiones contaminantes sin alcanzar su punto máximo. Quizá por ello recibimos noticias que anuncian acuerdos históricos. El mercado energético global “parece” que se ha puesto de acuerdo en la reciente Cumbre del Clima en Dubái, reconociendo la necesidad de “reducciones profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero”, pero el poderoso lobby que representa al petróleo, gas y carbón, se apunta a reducciones de emisiones sin permitir que se hable de eliminación de sus industrias. El acuerdo de la COP28 incluye un llamamiento para triplicar la implantación global de energías renovables (EERR). Es decir, se pactan metas ambiciosas de energías limpias, pero nuevamente no se toma en cuenta el entorno global, los requerimientos tecnológicos y mucho menos la necesidad de tener un gran número de técnicos competentes y continuamente capacitados para lograr dichos objetivos.

A pesar de que los precios de los combustibles fósiles han bajado desde sus máximos de 2022, los mercados están tensos e inestables. El ambiente macroeconómico es pesimista, los conflictos geopolíticos tienen cada vez más afectación global, existe una inflación persistente, mayores costes de financiación y elevados niveles de deuda. Por tanto, el mercado eléctrico (al menos en occidente) seguirá siendo volátil, incierto, ambiguo y sobre todo complejo. Y a pesar de ello, hay que seguir con la transición energética.

2023 concluirá a nivel global con más de 500 GW de capacidad de generación de EERR, un nuevo récord. La inversión en el sector ha aumentado un 40% desde 2020. Se gastan más de mil millones de dólares al día en el despliegue de energía solar. No obstante, no todas las tecnologías limpias están prosperando idóneamente y algunas cadenas de suministro, especialmente la eólica, están bajo presión.
En España, de acuerdo a REE a inicios de septiembre, la solar FV superó su producción de todo el año 2022 (+ 32,3%) respecto al acumulado entre el 1/01 y el 6/09 de 2022. A esas fechas, la energía eólica tenía conectada una potencia de 30.371 MW, seguido de los ciclos combinados: 26.250 MW y en tercer lugar la FV: 22.454 MW. En el año 2022 se instalaron en España 2.649 MW de autoconsumo, por lo que la FV en breve será la segunda energía renovable con más potencia instalada.

Al final, la viabilidad técnica y económica de toda esa potencia renovable instalada y esos objetivos de las cumbres mundiales, ambiciosos proyectos e inversiones derivadas, es sustentada por el sector del mantenimiento. Y, si como se proyecta, las EERR serán la principal fuente de energía, el sector del mantenimiento de EERR será la columna vertebral de la industria energética.

Para afrontar con éxito los desafíos que ello implica, los escenarios y actores no son los mismos en todas las partes del mundo. En España, nuestro sector tiene retos cada vez mayores, con limitados recursos internos en las empresas, casi nulos apoyos gubernamentales en materia de formación y en dar más servicios de valor agregado al mismo precio.

Para encarar los nuevos requerimientos las empresas de O&M tienen que invertir y desarrollar herramientas con nuevas tecnologías que permitan implementar el mantenimiento predictivo, seguir maximizando los rendimientos de las plantas, desarrollar conjuntamente con las instituciones educativas planes de estudio flexibles y que sean atractivos para atraer alumnos que se incorporen a la fuerza laboral, invertir en programas intensivos de formación interna para cerrar la brecha de competencias que se demandan y definir nuevos estándares de servicio. En resumen, en nuestro sector recae en gran parte la tarea de mejorar la resiliencia de la industria renovable.

¿La fuerza laboral actual y a corto plazo podrá ser el pilar del crecimiento vertiginoso de las EERR?

En el más reciente boom tecnológico, la industria tardó 15 años en “nivelar” la falta de ingenieros; en esta ocasión parece que no tenemos esa tolerancia para integrar en nuestras empresas personal con las competencias necesarias para atender toda la infraestructura renovable instalada y por instalar. Nos estamos quedando sin tiempo para cerrar esta brecha de competencias y puede estar en peligro los objetivos de la transición ecológica.

Según IRENA, las EERR emplearon el año pasado a 13,7 millones de personas (+ 1 millón de puestos de trabajo respecto al año anterior). El sector está demandando 114 empleos a la hora.

Este 2023, el sector renovable está sufriendo una carencia de técnicos cualificados con aptitud, actitud y experiencia. Y lamentablemente este escenario tiende a empeorar. Muchos de los nuevos empleos, si se llegan a cubrir, serán con una capacitación precaria y reducidas habilidades para cumplir con las exigencias.

El reto es global y los gobiernos tienen una parte fundamental para contribuir con la capacitación adecuada, flexible y actualizada que demanda el sector, pero es difícil hacer sinergias entre países, ya que cada país gestiona la formación de manera diferente y también hay que tomar en cuenta las diferentes idiosincrasias. Por lo general, los gobiernos reaccionan de forma lenta ante los desafíos técnicos que demanda la sociedad, y ahora más que nunca llegan tarde para afrontar tanto la demanda de técnicos como el incorporar a los planes de estudio, así como los vertiginosos avances tecnológicos que están cambiado el escenario laboral.

Una de las claves para revolucionar la formación en el sector renovable, podría partir de las mismas entidades financieras que invierten en los proyectos, los cuales ya tienen una incertidumbre de riesgo, pero ahora puede aumentar con la falta de personal capacitado que resguarden sus inversiones. Estas entidades deberían cambiar su visión del OPEX, incluyendo partidas para la formación y actualización de los empleados de sus empresas mantenedoras y teniendo contratos a mayor plazo. Lamentablemente, muchas de estas inversiones “cambian de manos” en un corto plazo y los desafíos se van heredando, sin que se tomen medidas necesarias para que toda esta infraestructura renovable sea mantenida eficientemente por más de 30 años.

Por tanto, parece que el desafío para dar respuestas inmediatas a la pregunta planteada anteriormente, recae nuevamente en las empresas de gestión de activos y mantenimiento del sector, conjuntamente tendrán que incluir innovaciones tecnológicas que empiecen a marcar un cambio de paradigma.

En este año, diferentes tecnologías se han consolidado y están redefiniendo la capacitación y los servicios de valor agregado que el sector puede ofrecer, destacando: la inteligencia artificial generativa, la realidad aumentada, Superapps y robots inteligentes.

Todo ello sin olvidar el reto de la equidad de género, que ha ido mejorando, pero no en todas las tecnologías. La tecnología
solar presenta el mejor equilibrio de género en comparación con otros sectores, con un 40% de empleos ocupados por mujeres, muchas de ellas en funciones administrativas, pero muy pocas en trabajos en campo.

Conclusión

Ahora más que nunca, queda de manifiesto que el sector del mantenimiento juega un papel crucial en la industria energética y seguirá siendo un componente esencial para mantener un ecosistema energético-financiero que cada vez es más complejo y exigente.

Para que los objetivos de las cumbres climáticas se vayan cumpliendo con una transición ordenada y sobretodo que perduren eficientemente, es necesario aumentar la inversión en todos los rubros (directos e indirectos), pero principalmente consolidar marcos coherentes e integrados que pongan el foco en la capacitación (continua, flexible y smart), sin olvidar la evolución salarial, la salud y la seguridad del personal que mantendrá toda esa infraestructura renovable.

Los retos son muchos y en las jornadas técnicas presenciales que organiza AEMER, se analizan las nuevas herramientas y tecnologías, se van construyendo puentes entre entidades educativas, financieras y gestores de activos renovables; para que entre todos consolidemos el sector del mantenimiento de EERR. Buscamos ser un punto de encuentro de expertos vinculados a los servicios de O&M (directos y transversales), con el objetivo de impulsar la formación, la calidad, homogenizar procesos–prácticas, crear sinergias empresariales y conjuntamente ofrecer alternativas de crecimiento ante los nuevos desafíos del sector.

Estos temas y más serán abordados en la tercera edición de la Feria del Mantenimiento Renovable (EXPOFIMER) los días 25 y 26 de septiembre de 2024 en Zaragoza.

 

Artículo publicado en Revista Energética – Diciembre 2023

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